Una tierra llamada Manzana Esperanza

En la localidad de Longchamps 36 familias luchan por una vivienda digna. Manzana Esperanza es el nombre que los pobladores le dieron a esta nueva toma de tierras, ubicada entre las calles Espora y Laprida, del partido de Almirante Brown.

Las jóvenes familias sin techo están desde el 2 de mayo recuperando un lugar que estaba abandonado desde hace más de 50 años. Los pobladores limpiaron el predio y recibieron el apoyo de los vecinos que vieron con buenos ojos que lo que era un basural, propicio para violaciones y asesinatos, se convirtiera en un lugar para vivir.

En los terrenos, los vecinos están dando los primeros pasos para poder alojar al grupo de familias (alrededor de 120 personas), entre las cuales hay mayoría niños. Hasta el momento, se han levantado 19 construcciones con madera, plástico, cartón y chapas para hacer frente al frío y la lluvia que comienza a castigar con dureza con el avance del frío de junio.

Como ocurre en este tipo de casas, lo que es un derecho se suele asociar a un delito, y la policía del municipio, ajena seguramente a las necesidades de vivienda digna por la que estas personas pasan, se ha acercado y guarda vigilancia con dos patrulleros en forma permanente. Ante esta clara amenaza, las familias se han organizado y convocaron a varios abogados solidarios que han iniciado una estricta defensa que ha incluido la presentación de recursos de amparo para evitar el posible desalojo.

El problema de la vivienda es histórico, sin embargo en los últimos 20 años se viene dando de forma continua. Sólo en el Conurbano Bonaerense, miles de familias tienen la necesidad de tomar tierras como única manera de acceder a un lugar donde vivir. El problema habitacional crece y es bien conocido que cada vez más personas viven en condiciones de hacinamiento, sin acceso a la vivienda y la salud. Por otro lado, los alquileres aumentan el doble que el salario. A esta situación se le suma la falta de trabajo o empleos precarios, lo que hace imposible que los que menos tienen puedan pagar un alquiler, construir o comprar un pedazo de tierra. Miles de familias trabajadoras y desocupadas reclaman una necesidad genuina: el derecho a la tierra, la vivienda y los espacios verdes, a habitarlos y trabajarlos.

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