:::: LO QUE LOS PROYECTOS DE "REFORMA" NO DICEN ::::

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Preliminarmente diremos que, como resultado de estas discusiones legislativas (sea cual fuera la conclusión), mal puede esperarse que se atiendan las demandas históricas de quienes peleamos por un cambio radical en las relaciones sociales de nuestro tiempo.

Pretendemos apenas formular algunas observaciones críticas frente al debate instalado en relación a los proyectos de “reformas de la justicia”, las que adelantamos sólo constituyen modificaciones en la administración de una parte reducida del Poder Judicial. Proponemos entonces, dar una discusión política sobre las posibles implicancias de estas modificaciones

El momento político para pensar la reforma

Recordemos que el 04 de abril de este año, la Presidenta anunció un paquete de proyectos de ley elaborados por el Poder Ejecutivo Nacional y enviados al Congreso para su tratamiento, en el cual se enfatizan algunos simples enunciados “justicia legítima para todos""participación para darle mayor legitimidad a uno de los tres poderes del estado", “modernización y agilización de la justicia”, etc.  

Sin embargo, frente a esas consignas, los seis proyectos enviados por el P.E.N no constituyen a grandes rasgos una propuesta superadora, o como se pretende discursivamente la “democratización de la justicia”. Los ejes que se trazan, no abordan más que aspectos formales de lo jurídico, ni siquiera encaran una reforma de fondo de la administración de “justicia” en un sistema republicano de gobierno. 

Quedan expuestas – sin embargo- algunas de las motivaciones políticas no explicitadas por el ejecutivo, como recuperar recursos económicos necesarios para afrontar este año electoral e incidir en su pelea con el grupo de multimedios Clarín.

En este sentido, por dar un ejemplo vemos que hacer una ley específica de medidas cautelares en juicios donde el Estado sea parte, puede pensarse como un límite a las grandes erogaciones que la caja de la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social) enfrenta por el cobro compulsivo de juicios previsionales a través de la traba de embargos judiciales. Pero además lejos de alentar el acceso a la justicia de los sectores vulnerables que tanto declaman, obstaculizarán estrategias que dentro del sistema nos damos los/as abogados/as populares para garantizarlo.

Por otro lado, la creación de un tribunal de Casación para el fuero Laboral y de la Seguridad Social, forma parte de una serie de medidas regresivas, que afectan los intereses de los/as trabajadores/as, y que constituyen una continuidad con la recientemente sancionada Ley de ART.

Asimismo, habilitar una nueva instancia de apelación, lejos de agilizar la administración de justicia, provocará una mayor dilación en los procesos judiciales por despido, y una tendencia a la baja en los montos de los acuerdos prejudiciales, con lo cual se desconocerá el derecho de los/as trabajadores/as al cobro de indemnizaciones integrales en tiempos razonables.

Respecto de la polémica reforma al Consejo de la Magistratura, y más allá de que es un aspecto en el que lo que se discute es mayor o menor “republicanismo”; podemos decir que el voto popular de los candidatos a miembros del Consejo, en cierto punto, hará más visible las adscripciones a tal o cual fuerza partidaria (las que por supuesto siempre existieron y existen).


Foto: Revista Barcelona
Pero no debemos ser ingenuos en este punto. Los futuros miembros saldrán del seno de las fuerzas partidarias que se vienen disputando los gobiernos de turno (siempre alejados de los/as de abajo) y teniendo suficiente número para tomar decisiones de peso en la designación y remoción de jueces. Detrás de ese enfrentamiento hay además una disputa discursiva entre corporaciones por determinar qué es el Derecho. Por otra parte no debe dejar de mencionarse, el fallido intento del gobierno en todo lo relativo al manejo de la caja, que en un principio pretendió trasladar de la Corte al Consejo, mostrando algunos límites en la embestida.

Por lo demás entendemos que este paquete de leyes, al margen de gozar de una torpe técnica legislativa, incorpora algunas cuestiones tales como la transparencia en el acceso al Poder Judicial –aunque en los cargos más bajos- la publicidad de los fallos, la prohibición para aspirar a cargos por parte de ex funcionarios/as jerárquicos de la dictadura cívico militar, que pueden leerse como un avance en términos “democráticos” pero que de ninguna manera pueden presentarse a la sociedad como una verdadera reforma de la Justicia.

Algunas conclusiones

Como un problema repetido para quienes luchamos porque los/as trabajadores/as y el pueblo sean verdaderos/as protagonistas de sus destinos, advertimos – una vez más - una gran polarización de la discusión entre posiciones que no nos representan.

La retórica del kirchnerismo recurrre al latiguillo de “reforma judicial y democratización de la justicia” y la oposición por derecha plantea “la justicia no se toca” o incluso burdamente “el no a la democratización de la justicia”. Esta oposición se limitó a operar corporativamente en distintos estamentos y a hacer planteos de inconstitucionalidad de los proyectos obstaculizando y cerrando el debate aún más de lo que ya lo hizo el gobierno con su votación en bloque y desmesurado apuro.

Por su parte nos causa gran preocupación que sectores de la izquierda pertenecientes a un armado que ya nada tiene de progresista, se encuentren en la misma vereda que los sectores más rancios de la derecha de nuestro país a metros de una carpa blanca que parece una burla a las históricas luchas de nuestros/as compañeros/as docentes.

Pero todos/as tienen en común el hecho de dar por sentado que están discutiendo “la Justicia” y una reforma estructural de ella. Humildemente, no compartimos ninguna de esas dos afirmaciones.

A nuestro modo de ver y como decíamos al principio, lo que se logró introducir fueron cambios que afectan apenas a la organización/administración de un poder del Estado, el Poder Judicial Nacional, donde - a diferencia de las justicias provinciales - se dirimen una mínima porción de los conflictos de la población.

El debate que se ha instalado no pone en discusión el acceso real a la justicia de los sectores explotados y oprimidos de nuestro país. No son parte de la “agenda”, derechos tan esenciales como los relativos a la salud o el acceso a una vivienda digna, ni el derecho a la protesta social en el marco de crecientes procesos judiciales de criminalización de la misma.

Asimismo esta reforma no tiene un solo eje pensado con perspectiva de género, en un Poder del Estado que da sobradas muestras de violencia institucional hacia las mujeres en su interior y que se refleja en las víctimas de delitos sexuales, y en el carácter patriarcal de las sentencias absolutorias a femicidas, violadores, abusadores y tratantes.

Insistimos en que este debate se da entre sectores que no nos representan y por eso estamos convencidos que nuestra tarea es apostar pacientemente a la organización política de los/as de abajo y en construir mas y mas poder popular.

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